Dos delincuentes de población sufren el robo de una importante cantidad de droga que no era de ellos: pertenecía al Yao, un peligroso narco que los amenaza con las penas del infierno si no le devuelven la droga. La solución es embarcarse en una serie de robos que adquieren características cada vez más desesperadas.
Mala Leche no tiene la ambición alegórica o totalizadora que ha hundido a otras producciones nacionales. Lo suyo es contar bien su pequeña y cruel historia, misión que cumple con creces. Ojo con el buen uso que hace de algunos veteranos escenarios del Santiago nocturno.
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